Hace un ratito uno de los hermanos del convento nos ha contado algo que le pasó a la madre de una amiga suya. Esta señora tiene sobre unos sesenta años, es modista, y trabaja en un taller de costura. El costurero es algo que va con ella a casi todos lados.
Bueno pues un día saliendo del Corte Inglés, al cruzar un semáforo se dio cuenta de que el maravilloso reloj que llevaba le había desaparecido. Miró y vio que su lado había un señor con muy malas pintas, y automáticamente pensó que él se lo había robado. Sin más, y hecha un manojo de nervios, sacó las tijeras del costurero y se las puso a este hombre en la cintura, diciéndole:
«Dame ahora mismo el reloj»
El hombre asustado se quitó el reloj que llevaba, se lo dio y salió corriendo. Cuando esta señora llegó a su casa y se tranquilizó se dio cuenta de que, en la bolsa que llevaba había dos relojes el de ella y el del supuesto ladrón… 😯
«Las apariencias engañan!… 😯 y sino que se lo pregunten al «supuesto ladrón», pobrecito, quien le iba a decir a él que aquella ancianita tierna y aparentemente inofensiva le fuera a salir por ahí 🙂
Me imagino a mi querida madre y es que,… me parto 🙂
M. Superiora